Bandos violentos: comunismo, fascismo, nacional socialismo, nacionalismso excluyentes

Rigidez cognitiva y dogmatismo: Síntoma de trastornos mentales.

¿Incondicional a una ideología, partido político, religión o equipo deportivo? Podría ser "Rigidez Cognitiva", síntoma asociado a trastornos mentales, y origen de la mayoría de las guerras.

Fanáticos políticos, religiosos, nacionalistas, localistas y de equipos deportivos¿Presumes de ser marxistaultraderechista? (en ambos casos, y por definición, partidario de un estado totalitario, autocrático y que justifica la violencia para conseguir el poder). ¿Eres fanático, fiel e incondicional a determinado partido político, a una ideología, a un equipo deportivo, a un nacionalismo o localismo excluyente, a una raza, líder o religión? (nota: el ateísmo fanático viene a ser también una forma de fanatismo religioso).

Entonces continúa leyendo. Ésto te interesa.

Probablemente no lo sepas, pero de ser así, padeces de un síntoma conocido como «Rigidez Cognitiva«, producido por diferentes trastornos mentales como los Trastornos del Espectro Autista (TEA), Deficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), esquizofrenia, trastornos de personalidad, lesiones cerebrales, secuelas de traumatismos craneoencefálicos o ictus. Las personas que padecen rigidez cognitiva, especialmente cuando ésta es acompañada por la ignorancia, son utilizadas exitosamente por políticos populistas e inescrupulosos para conseguir el poder o mantenerlo.

La rigidez cognitiva se define como la dificultad para adaptar pensamientos, comportamientos y creencias ante cambios o nuevas informaciones, lo que genera dificultades de adaptación social y malestar. Es la inflexibilidad mental que conlleva al dogmatismo, el sectarismo y al fanatismo, es decir, una resistencia a cambiar las ideas, creencias y patrones de pensamiento. Las personas con rigidez cognitiva tienden a ver el mundo desde una única perspectiva y pueden tener dificultades para aceptar información que contradiga sus ideas previas. Se manifiesta como una incapacidad para valorar diferentes alternativas, una fijación a ciertas rutinas y un patrón de pensamiento y comportamiento repetitivo y mecánico.

Entre los síntomas frecuentes de la rigidez cognitiva está la propensión al insulto o a la violencia, a etiquetar a las personas por raza, credo, ideas o religión. Sin excepción, la rigidez cognitiva está detrás de todas las guerras.

Hay una diferencia significativa entre sostener determinadas ideas (manteniendo la mente abierta a opiniones diferentes), a defender una ideología («pack» cerrado de ideas), partido o líder político. Las mentes perezosas prefieren las ideologías, partidos, religiones o líderes, pues de esa forma compran pensamientos «ultraprocesados» disponibles en paquetitos prefabricados e indivisibles. En caso de dudas, la persona con rigidez cognitiva no necesita razonar. Basta con buscar el pensamiento que alguien le ha vendido en el paquete, sin necesidad de reflexión, razonamiento ni evaluación de ideas.

Para una persona mentalmente sana, puede resultar extraño que alguien decida auto etiquetarse bajo una matriz de pensamiento preconcebida. Un jugador de un equipo de futbol puede tener un partido brillante, pero ser mediocre en el siguiente. Otro jugador del mismo equipo puede jugar mal y sucio. Uno o varios líderes de un partido político o grupo religioso podrían ser corruptos. ¿Te solidarizas automáticamente con ellos por el solo hecho de pertenecer a tu «secta»?. Una o varias ideas de una ideología podrían estar desfasadas o ser perversas. A menudo es así. Pero la rigidez cognitiva hace que el fanatismo de quién está afectado obvie estos hechos. Un sacerdote puede haber consagrado su vida a servir a la comunidad, mientras otro podría ser un pederasta. En todos los casos puede haber elementos positivos, pero cuando compras el paquete completo e indivisible y lo defiendes a ultranza, estás perdiendo tu capacidad de reflexión y raciocinio.

Dile no al extremismo y al fundamentalismo

En lo personal, desde hace tiempo soy agnóstico, pero respeto profundamente las convicciones religiosas de otras personas mientras estas no atenten contra la libertad y la igualdad entre individuos. No me gustan en absoluto los nacionalismos y los localismos cuando son excluyentes. No sigo a ningún equipo deportivo pues prefiero juzgar a deportistas, políticos o religiosos por sus méritos personales, y no como parte de un paquete cerrado. En el plano de la economía y la política, considero que podría ser igualmente válido un modelo de economía centralizado, uno liberal o uno mixto, siempre y cuando esté dirigido por personas honestas, de mente abierta, democráticas, con formación técnica y no violentas. Creo que la línea roja está en el hecho de que quién dirige un ente público, desde el Estado a los ayuntamientos más pequeños, debe ser una persona mentalmente sana, no violenta, tolerante y técnicamente capacitada. ¿Acaso confiarías una reparación doméstica o de tu coche a la primera persona que pase por la calle, aunque te resulte simpática? Seguro que no. Pues considero que con el Estado debe ocurrir lo mismo.

Mientras tanto, la gente de a pie (el verdadero pueblo), estamos hartos de los sectarios y de quienes justifican la violencia, la agresión, el insulto o el asesinato en pro de su secta. Sueño con que llegue un día en que los avances en neuropsiquiatría sean determinantes para acabar con el fanatismo, la violencia y las guerras.

¿Quieres saber más? Te recomiendo el artículo publicado por el diario «El Mundo» en relación al libro «El cerebro ideológico» de la prestigiosa neurocientífica Leor Zmigrod. Lo encontrarás en el siguiente enlace: https://www.elmundo.es/papel/historias/2025/09/23/68d2c5f1e4d4d8a2568b45ab.html 


 

 

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